El concepto de biodiversidad nace de la variedad de especies y de vida que habita el mundo y su relación con el medio. Cabe resaltar, que América es el continente más biodiverso en el mundo, en el cual Colombia ocupa el segundo lugar, albergando más de 63.303 especies y el 20% de las especies a nivel mundial.
Gracias a la ubicación geográfica de Colombia, con sus 3 cordilleras, variedad de pisos térmicos y clima, todas estas especies tienen abundantes patrimonios ambientales que les permite una correcta relación.
Sin embargo, a partir de la riqueza y diversidad biológica de Colombia, se origina una modalidad de comercio de fauna y flora, siendo este un delito ambiental que afecta la vida de miles de especies. Según cifras de El Espectador, diariamente se incautan entre 45 y 95 animales de comercio ilegal, de las cuales entre el 50% y 80% de dichas especies, mueren, siendo uno de los negocios ilícitos más rentables a nivel económico, que dia a dia amenaza la vida de 1.302 especies, solo en Colombia. Por tanto, esta problemática atenta contra la biodiversidad, pues muchas de estas especies actualmente se encuentran en vía de extinción.
A pesar de las organizaciones colombianas encargadas de la supervisión del bienestar de las especies silvestres y los castigos penales de estos delitos de tráfico, aún son muy altas las cifras. Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en 2021 fueron rescatadas 12.968 animales de 395 especies diferentes de fauna silvestres, gracias a la gestión de 33 Corporaciones Autónomas Regionales, en un Plan de Liberación Nacional coordinado por el Sistema Nacional Ambiental.
Sin embargo, una vez rescatados estos animales, pasan por un proceso de recuperación largo y complejo, pues en su mayoría llegan con signos de desnutrición, maltrato y con comportamientos ajenos a su especie. Posteriormente a la recuperación total, son regresados a sus hábitats naturales, pero en caso de no poder adaptarse nuevamente al entorno y a su misma especie, son ingresados a zoológicos donde permanecen bajo cuidados especiales. En otros casos donde los daños son irreparables, expertos en cuidado animal se encargan de dar un diagnóstico en el que ponen fin a su vida para evitar sufrimiento.
Este acto es considerado socialmente responsabilidad de las personas encargadas de traficar las especies, pero son tan culpables de esta amenaza al ecosistema como las personas que compran las especies a los traficantes, pues pasan por alto los daños que ocasionan a los animales el ser sacados de sus hábitats, por desconocimiento, desinformación, carencia moral contra las diferentes formas de vida, mitos culturales existentes a nivel mundial e incluso tendencias de moda y belleza.
Finalmente, como sociedad sabemos que tenemos un gran desafío que enfrentar, y es la educación, desde las instituciones de educación básica y educación superior, implementar contenidos educativos que permitan la adopción de saberes y valores de respeto hacia la biodiversidad. Por otro lado, el llamado a la acción para que ciudadanos hagan parte de proyectos de conservación ambiental y que las compañías implementen la responsabilidad social y ambiental en sus actividades empresariales.
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